Esto no se toca, quita. Con esto no se juega, dale. No pises el césped, no corras. Aquí no se juega a pelota, niño. Sí, en efecto: el uso del espacio público, aunque suene a perogrullada, es público. Y pese a que, en cualquier caso, para llegar a una convivencia harmoniosa entre ciudadanos son necesarias unas reglas que hay que acatar, en muchas ocasiones da la sensación de que estas decisiones no son del todo apropiadas y reprimen al ciudadano de gozar del espacio urbano. Por ejemplo, ¿por qué un perro juega libremente sobre el césped de un parque y hay una señal que indica de manera expresa que me está prohibido pisar ese espacio por ser un humano?¿o por qué los vehículos ocupan el espacio que perfectamente podría estar destinado al viandante? Posiblemente, por pasar más tardes en la calle debido al buen tiempo y por el recuerdo –ya lejano- de los partidos de fútbol en la plaza con amigos, recojo algunas acciones que fomentan la recuperación del espacio público para el juego y el disfrute colectivo.
El primero que me viene a la mente es Santiago Cirugeda y sus Recetas Urbanas, que aprovechan las fronteras legales para beneficio del ciudadano. Kuvas S.C. es una de las acciones que permite la instalación provisional de un parque público sin necesidad del permiso explícito del Ayuntamiento.
El juego también es el eje central de las acciones de ocupación pública de Démocratie Créative, que proponen actividades participativas lúdicas y deportivas aprovechándose de los elementos urbanos con imaginación e ironía.
Maider López, artista
que trabaja en/con el espacio público, planteó en Sharjah (Emiratos
Árabes) un terreno de juego no convencional instalando unas porterías de
fútbol en los extremos de la plaza y pintando unas líneas que
interferían en los usos convencionales del lugar.
Más allá de lo anecdótico que puedan considerarse estos ejemplos, creo muy interesante el planteamiento de alejarse de lo regulado, de lo establecido, para inventar nuevos usos de un espacio que es de todos. Es posible plantear nuevas maneras de vivir nuestras ciudades, de volver a retomar las calles, de generar políticas y áreas donde los niños puedan jugar y se sientan a gusto, sin ser tan cuadriculados en las normas y en los espacios. Dejar fluir, aunque sea sólo un poquito, la creatividad social y la improvisación en las ciudades. ¿Y quién tiene más creatividad que un niño?
En la foto de cabecera, el Pabellón Lucas Nogueira Garcez diseñado por Niemeyer en 1954
en Sao Paulo y que alberga en su interior un museo. Es conocido localmente como la
Oca y recibe la mayor atención por su techo con suave pendiente, un
magnífico tobogán improvisado para los jóvenes aventureros.