Arroz energético

Últimamente se oye con frecuencia que el uso de biocombustibles está incrementando el precio de productos de primera necesidad, como la leche o la carne. ¿Por qué pasa esto? Pues porque un porcentaje de plantaciones de cereal se destinan a hacer combustible en lugar de a alimentar a la población. Estoy seguro de que ésta no era la idea básica de quien pensó que el uso de biocombustibles podía actuar como alternativa al petróleo.

La estrategia que siguen, en cambio, en el delta del Ebro se adecúa un poco más a la idea de sistema sostenible: en Alcanar existe una cementera de Cemex que necesita energía para producir. A pocos kilómetros los campos de arroz generan gran cantidad de cascarillas de arroz que se desechan. Estos residuos son valorizables por la industria cementera que puede usar esta materia orgánica como combustible, reduciendo sus emisiones de CO2 y acercándose un poco más a lo que marca el protocolo de Kyoto.

Actualmente, en Cemex este tipo de biocombustible sustituye el 5% de energía fósil y se emiten 10.000 toneladas de Co2 menos, aunque se calcula que con toda la biomasa que se produce en las comarcas cercanas en un año, la fábrica tendría suficiente energía para funcionar durante ese periodo de tiempo. Se trata de crear y gestionar estos circuitos de una manera óptima, aprovechando los residuos de una industria convirtiéndolos en materia prima o energía para otra.