¿Otra silla nueva?

A propósito del concurso "One good chair competition", donde una de las ganadoras fue la diseñadora Jessica Konawicz, con este modelo de silla realizado con plástico biodegradable y teniendo en cuenta la eficiencia energética durante su producción y transporte (una eco-silla, sin duda), me ha dado por pensar en la cantidad de sillas y mesas diseñadas a lo largo de la historia reciente. ¿Quién no ha visto en las librerías aquellos catálogos de Taschen ofreciendo 1.000 diseños diferentes de sillas? ¿Qué pasaría si en este mismo momento dejaran de producrise nuevas sillas? ¿Se pararía el planeta? ¿Seríamos capaces de sobrevivir con los actuales millones de mesas y sillas que existen en el mundo? Yo diría que sí. No abogo por el no-diseño, ni por el decrecimiento ni nada por el estilo, pero sí que deberíamos recapacitar sobre el consumismo atroz que nos devora. ¿Por qué tengo que cambiar mi teléfono móvil cada dos años cuando en realidad podría (posibilidad irreal) comprarme una batería nueva? ¿Cuántas veces hemos oído decir que tal o cual objeto está desfasado? Estos hechos responden a lo que se denomina obsolescencia planificada, un fenómeno social aparecido en Estados Unidos en los años cincuenta que actualmente sigue en vigor y que nos impulsa a comprar un coche de faros más modernos cada, aproximadamente, ocho años. Para acabar, un texto del libro La cultura norteamericana contemporánea, escrito por Marvin Harris en 1981. Lo recomiendan los chicos de Basurama en su blog Obsoletos: "[Los fabricantes estadounidenses] también desarrollaron de forma simultánea la técnica de marketing conocida como “obsolescencia planeada”. En consecuencia, ¿no se puede afirmar que la chapucería no sólo ha sido tolerada, sino incluso bien recibida como medio de aumentar la rentabilidad a corto plazo? ¿No fue acaso después de la Segunda Guerra Mundial cuando los fabricantes estadounidenses empezaron a sacar cada año nuevos modelos de aspiradoras, batidoras y máquinas de coser? La lista puede ampliarse indefinidamente, hasta incluir cuadernos y sujetapapeles. Aunque estos nuevos modelos venían a veces dotados de importantes avances tecnológicos, tales como los programas automáticos en lavadoras y secadoras, la mayoría sólo consistía en cambios de fachada o en la inclusión de elementos accesorios de dudoso valor. A las aspiradoras les ponían ruedas accionadas por motor; a los frigoríficos, puertas, compartimentos y bandejas suplementarios. Los tostadores llevaban servomotores para introducir automáticamente la rebanada de pan; los ventiladores venían con termostato; las lavadoras, secadoras y batidoras cada vez tenían más diales y botones de control; en las cocinas se implantaban cronómetros, relojes y molduras cromadas. La obsolescencia planeada explota la fe del consumidor en que cuanto más nuevo sea un producto, mejor funcionará. Los norteamericanos, a causa de su debilidad por todo lo joven y lo nuevo y su generalmente optimista visión del futuro, eran un blanco fácil para esta estrategia. Por supuesto, la obsolescencia planeada no es necesariamente lo mismo que el fallo deliberado en los productos. Una cosa es engatusar a la gente para que crea que un nuevo modelo “está perfecccionado” por el simple hecho de ser más moderno, y otra muy diferente manipular a propósito el nuevo modelo para que se averíe más pronto que los anteriores. Como era de esperar, los ingenieros y diseñadores niegan con toda firmeza la posibilidad de que exista el fallo planeado en los productos. Sin embargo, no hay que invocar una conspiración deliberada para mostrar que existe una relación entre la obsolescencia planeada y la plaga de los artículos de pacotilla". Espero que lo tengan en la biblioteca. +: Obsoletos +: One good chair competition o: La Paradoja de Jevons o Lo Estético es Sostenible o The Story of Stuff