
En Finlandia, un país con una población de unos 5,3 millones de habitantes, se consumen anualmente 650-680 millones de litros de cerveza y bebidas, más del 90% de las cuales se expenden en botellas retornables y recargables. La industria embotelladora finlandesa produce envases de acuerdo a unas especificaciones generales –todas ellas con un diseño estandard, ya sean de vidrio o de plástico- a fin de que puedan devolverse para su recarga sin importar el proveedor. Los proveedores de bebida en Finlandia, ya sean alcohólicas o no, se ajustan a este sistema para asegurar una economía de ciclo cerrado. Las botellas de cerveza se identifican por ser de vidrio ámbar, mientras que las otras bebidas se embotellan en vidrio trasparente y PET. El promedio de vida útil de una botella de vidrio se espera que sea de entre cinco y diez años, con aproximadamente cinco recargas anuales.
Al momento de la compra, por cada botella se paga un depósito, que se reembolsa al devolver el envase. De este modo, el proveedor recupera las botellas en el momento en que entrega al establecimiento nuevas botellas llenas. Así, los camiones de reparto no hacen viajes en balde.
Algunos pueden argumentar que dicho sistema es autocrático y niega al proveedor cualquier individualidad en la expresión o identificación del producto. Quizá ése sea el precio que debemos estar preparados a pagar si queremos distribuir botellas y otro tipo de envases con un manejo responsable del ambiente, aunque –de todos modos- puede intensificarse el trabajo del diseñador gráfico para que forje una identidad de marca destacada.
Mediante este sistema, en Finlandia se reutiliza el 85% del vidrio y el 70% de los plásticos, siendo el país de la Unión Europea que menos desperdicios de packaging per capita genera.