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En la Alemania de los años setenta, los diseños orgánicos -derivados del surgimiento de un estilo
Neo-Art Nouveau e impulsados por los movimientos
flower-power de la época- tuvieron gran calado. Uno de los grandes de entonces fue
Günter Beltzig, del que puede decirse que alcanzó el olimpo de los diseñadores industriales con su silla
Floris, una obra maestra de la historia del diseño que, con su apariencia dinámica, consigue una adaptación perfecta al cuerpo humano, justo en los puntos de apoyo necesarios. Además, los pliegues centrales de la silla permiten la reducción del material al mismo tiempo que aportan una gran rigidez a toda la estructura, exactamente igual en morfología y función que los nervios de las hojas de las plantas. En la foto, el helecho
Asplenium nidus.
o:
FNP Architekten o
Los zarcillos de Sternform o
Woodwave
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