Hoy tengo el placer de postear en Resseny una entrada elaborada por Sergi Costa Duran, en la primera de las muchas colaboraciones que espero podamos hacer:
El aluminio, el segundo metal por abundancia en la geosfera, es muy utilizado en diversos sectores: automovilístico, aeronáutico, construcción y para envases farmacéuticos y alimentarios. En el hogar lo encontramos principalmente como envase, como carcasa de algunos aparatos eléctricos-electrónicos o como papel de aluminio. Es en este último aspecto donde queríamos incidir: entre sus aplicaciones más generalizadas está su uso como para cocción al horno (craso error, cuando es mucho más sustentable el uso de papel vegetal), para preservar organolépticamente restos de comida en la nevera (en estos casos un tupper sigue siendo la mejor opción) o para llevarse el bocadillo al trabajo o a la escuela. De lo que no se habla a menudo es de la importante huella ecológica durante el ciclo de vida del aluminio, que empieza con la extracción del mineral bauxita en zonas tan alejadas como Australia, Brasil o Sierra Leone, hasta su valorización en el contenedor amarillo o en los contenedores “comelatas” de las playas. En el mercado de los residuos, es un material que tasa alto, ya que los productores y recicladores son concientes del alto grado de energía incorporada del producto; he aquí la voluntad de su valorización.
Nos centraremos ahora en su uso para envolver bocadillos y en el diseño que nos ocupa: aunque ha habido y habrá remedios “históricos” para llevarse el bocata cada mañana con el menor impacto ambiental posible (véase soluciones rupestres como una bolsa reutilizada y una goma elástica como sujeción, uso de una bolsa de papel reciclada, o usar como envolvente un papel de cocina en lugar de aluminio o film de plástico), sí que es verdad que la irrupción de Boc´n Roll ha revolucionado, a nivel estético e higiénico, los desayunos y meriendas a expuertas. Este invento, a pesar de ser un producto polimaterial (35% de algodón y 65% de poliéster en la parte textil, y una capa interior de poliuretano o TPU), permite su uso indefinido ya que es perfectamente lavable a mano o a máquina, y en la mayoría de los casos pasando un trapo húmedo sobre la capa de poliéster -la que contacta directamente con el alimento- ya es suficiente.
Generalmente pensado para la forma longitudinal de un bocadillo también permite llevar bollería casera y fruta. El sistema de cerrado manual es rápido y se sujeta finalmente con un cierre de velcro. Como plus añadido, puede ser usado de mantel individual en el lugar de consumo.
Con ello se reduce el uso de aluminio (a pesar de ser un buen aislante térmico y de otras ventajas peregrinas, como en aquellos anuncios ochenteros del bocata cayendo sobre un charco) y su gran huella ecológica (alto consumo energético y nulo compromiso con la producción local). Puestos a pedir, y para mejorar las virtudes del Boc´n Roll nos gustaría encontrar en su composición algodón orgánico y un plástico que, si el lavado y la vida útil del producto lo permite, fuera lo máximo biodegradable posible.
+: Boc'n'roll
o: Patatotal o Chizca o Ruminant Bloom
Meriendas a tutiplén
Publicado el
25.6.09
por
Jon Marín
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objetos y mobiliario
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vida sana
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