Comer lo que uno encuentra

Lo más fácil cuando uno tiene hambre es comerse una hamburguesa de un restaurante de comida rápida, un plato preparado congelado, quizás. Quienes miran un poco más por lo que comen, se preocupan porque en su dieta no falten productos sanos, más naturales. Hay incluso quienes cultivan su propia comida. Y luego está Fergus Drennan –“the Forager”, que ha llevado al límite la opción de comer al margen del sistema establecido. El popular comunicador ambiental británico decidió sobrevivir un año a base de lo que se encontrara cerca de su casa. Su dieta se basaba principalmente de vegetales silvestres, complementada con insectos, moluscos, erizos y otros animales más grandes que hubiesen sido atropellados de manera accidental (ardillas, conejos, incluso un zorro).

En su página web Wild Man Wild Food puedes revisar sus andanzas –vídeos, recetas, lugares, episodios de caza y recolección,…-  y apuntarte a los cursos que ofrece sobre forrajeo para conocer las especies comestibles. Parece, además, que Fergus ha enviado muestras de su dieta diaria a la King’s College de Londres para analizar los valores nutricionales de sus alimentos, que presupone más altos que los alimentos del supermercado.

Serás comedido si tachas la aventura de Fergus de extrema  (aunque viable), pero resulta atractivo observar cómo esa inusual perspectiva ha hecho que el hombre puede conocer, respetar y aprovechar su entorno para su propia supervivencia. La hamburguesa del principio nos oculta entre litros de mayonesa esa relación entre la comida y la tierra. Deberíamos recuperarla. Y saber que estamos rodeados de vida –y que, bien administrada, puede convertirse en un recurso útil para la alimentación, en este caso- es un buen camino.

Cuatro años de Resseny

Parece que fue ayer, pero ya han pasado cuatro años desde que creé Resseny. Durante este tiempo el blog ha ido evolucionando de manera paralela a mis pensamientos, experiencias e inquietudes. Considero que ha (he) ganado en madurez y ahora tienen más cabida temas como el uso del espacio urbano, la biomímesis, el desarrollo local a través del diseño o la relación que tenemos con nuestro entorno. No en vano, son los temas que me interesan y en los que voy trazando mi senda profesional a través de Nutcreatives y ESDi.

Hace cuatro años, los blogs que relacionaban temas de diseño con el medio ambiente eran escasos. Durante este tiempo han surgido nuevas iniciativas, todas ellas complementarias a Resseny, de las que he ido aprendiendo y con las que hemos ido creando un fondo común de conocimiento y de difusión del ecodiseño.

En números, Resseny se traduce en 437 entradas, 9 entradas al mes, una cada 3 ó 4 días. Más de 400 suscriptores al feed, 165 seguidores a través de Blogger  y 133 seguidores a través de Facebook. Una media de 1.650 visitas distintas al mes y 4.000 páginas vistas, repartidas como indica el gráfico superior.

¿Y ahora qué? Pues, por mi parte, a seguir con ilusión y a continuar manteniendo la llama con más ejemplos interesantes de todo tipo y con mis reflexiones personales –ahora también en Experimenta- sobre el diseño, la creatividad, la naturaleza, la ecología y todo aquello que enlaza estos temas. Gracias a todos los que seguís Resseny, porque –aunque tópico, muy cierto- sin saber que estáis ahí detrás, sin vuestro apoyo y sin vuestra participación, escribir el blog no sería lo mismo.

Por cierto, desisto de renovar el logo. Después de tanto tiempo, está cogiendo una esencia a clásico moderno que prefiero no tocar.

o: 2 años de Resseny o Nuevos aires o Re_

Paja a la japonesa

 
 
De mayor me gustaría trabajar para Muji. Han conseguido crear una marca que se asocia al instante con la sencillez, la practicidad y el hacer más con menos. Las pajitas de Muji, creadas por Yuki Lida y ganadoras del concurso de ideas para nuevos productos que la propia compañía organizó en el 2003, así lo demuestran. Son pajas pajas. Ni más ni menos. Tubitos naturales que ya se utilizaban para beber en la antigua Mesopotamia. De trigo. Porque, aunque cueste creerlo, no siempre las pajitas han sido de plástico con franjas azules o rojas. Un producto natural que vuelve a la tierra cuando pierde el uso. Y nada más. Simple.

Acostumbrados a la excelencia

La etapa escolar quizás es la más cruel de toda nuestra vida. Los niños son crueles por su ingenuidad y por tender a dicotomizarlo todo. Para ellos tan solo existen dos grupos: o eres alto o eres bajo o gordo o flaco o del Barça o del Madrid o empollón o zopenco. En el colegio, Juan es el bajo, flaco, del Barça y empollón. Dejando aparte las características fisionómicas y las preferencias balompédicas, donde poco puede hacerse, valga señalar que es considerado uno de los empollones de la clase simplemente porque tiene facilidad para los estudios. No es forzado, no pretende destacar por encima del resto, no es prepotencia o vanidad, simplemente es así y punto. Incluso hay veces en las que Juan se siente avergonzado porque el profesor le pone como ejemplo y sabe que después sus compañeros le van a obsequiar con una buena dosis de collejas. Pero, sobretodo, Juan se siente presionado e incomprendido. No entiende por qué su madre le recrimina haber sacado sólo un 8,5 en el examen de sociales. Tampoco entiende por qué a Manuel, el compañero de clase que peor se porta, le han regalado sus padres una guitarra eléctrica por haber aprobado su primer examen del año. Aunque todos saben que lo ha conseguido copiando. Juan no puede comprender por qué a él, que siempre ha sacado buenas notas, pocas veces se le ha visto recompensado por su esfuerzo y por sus resultados.

Vivimos en un contexto donde se premia lo mediocre, donde el que hace las cosas bien es mirado con recelo, donde la mayoría espera a que el que va primero tenga un desliz y caiga, donde lo que siempre ha sido vulgar y un día le suena la flauta tiene más valor que lo que siempre ha sido excelente. También parece que poco importa el cómo se hacen las cosas, sino el resultado final. Juan y Manuel lo ven en el colegio. Pero pasa también en el fútbol, en la tele o en el diseño de productos.

Un producto puede ser blanco o negro, puede ser curvo o cuadrado, grande o pequeño, pero no puede ser sostenible o no serlo. La sostenibilidad es una manera de hacer, una metodología de trabajo, no un acabado final. Aquellos que integran criterios de sostenibilidad en sus procesos de creación lo hacen porque lo consideran el camino hacia la excelencia. Aunque esa excelencia, como ya se ha visto, no se valora en exceso. Pero es que además, a aquellos que han optado por el camino difícil –el que comporta estudios ambientales rigurosos, no exportación de la producción, no copia sino innovación, coherencia proyectual,…- se les exige más, son mirados con desconfianza y han de justificar sus pasos muchísimo más que a aquellos que pasan de intentar ser buenos.

Juan ha optado por no sobresalir de la media para no llevarse collejas. ¿Por qué se inclinarán los que hacen buen diseño?
 

Joyería ovina

 
 
A Hisano Takei le fascina la joyería desde niña. Pero, como ella dice, no la joyería tradicional, sino aquella que se sale de la simple ornamentación, la que funciona a modo de prenda de vestir, o la que se desborda del cuerpo de quien la lleva.  Hisano investiga en el uso de técnicas, ideas y materiales que le dan a las joyas nuevos significados. Y lo hace a través del cambio de escala y mediante el uso de lana natural,  una materia prima de excelentes características que confiere a las piezas de unas propiedades sensoriales fuera de lo común.

Take a seed. Vincularse al territorio a través de un gesto

 
Hará ya cosa de un año de mi presencia en la semana internacional en la Hochschule für Gestaltung de Schwäbisch Gmünd. Dentro de este marco se inscribieron una serie de talleres participativos, entre ellos, el que desarrollé yo alrededor del concepto de ciudades permeables.

Básicamente, el objetivo del taller consistía en analizar el entorno e identificar aquellas necesidades o problemáticas en las que el diseño y la creatividad pudieran incidir de manera positiva. Uno de los grupos se centró en las interrelaciones existentes en la universidad tanto a nivel social como natural. Por entonces, el centro se encontraba en un proceso de mudanza integral debido a que el edificio antiguo había quedado obsoleto. La nueva ubicación es más acorde a las necesidades de una escuela de diseño, pero se encuentra en un polígono de oficinas aún en construcción, alejado de la ciudad y completamente deshabitado.

El equipo de trabajo se centró en este sentimiento de desapego con el entorno, creando un sistema cerrado que englobara a la comunidad universitaria, las necesidades del centro (a nivel de residuos) y su contexto natural. Lo interesante, como muchas veces, se aprecia en el proceso –en el por qué y en el cómo- más que en el resultado final.

Los chicos empezaron a tirar del ovillo a raíz de observar la cantidad de vasos de papel  desechables que se consumían a lo largo del día (la adicción al café allí es sustancial). Pensaron en darles un nuevo uso y se les ocurrió que podían servir como recipientes para hacer crecer plantas. De ahí resultó lógico derivar a la creación de un sistema en el que los residuos orgánicos compostados de la cantina fueran aprovechados como sustrato para el contenedor, en el que se podrían plantar, por ejemplo, semillas de plantas que tuvieran una aplicación culinaria por parte de los cocineros de la cantina. Con el café tendrías el derecho de adquirir unas semillas, que luego podrías intercambiar con tus compañeros. Pero más allá de la función práctica que pudiera tener el hacer crecer una planta, el acto también podría llegar a tener una repercusión simbólica desde el momento en que  te regalan un sobre de semillas al entrar en la universidad (normalmente lo que regalan es una carpeta o un pendrive), lo plantas cerca, acondicionas el lugar, y lo ves crecer contigo durante los cuatro –o más- años que vas a pasarte en aquel sitio.

La revalorización de residuos, la generación de un vínculo emocional con el lugar, el fomento de las relaciones comunitarias, el respeto por el medio, la consciencia del ciclo de vida de los productos y su relación contextual, el imprescindible pensamiento sistémico. Por todo ello, pienso que este proyecto es un proyecto redondo extrapolable a otros panoramas que, de momento, se ha quedado en el cajón.

o: La ciudad en crisis o Las mentes del margen no son mentes marginales o Plantot

Taburete de rescate

Designtree rescatan y dan un nuevo valor a lo viejo, lo usado o lo desechado con Salvage Tool. Los diseñadores neozelandeses han sabido encontrar el punto de equlibrio entre una estética refinada industrial del asiento de aluminio -que aseguran es 100% reciclado procedente de Wellington, la ciudad de producción- y la calidez que aportan unas patas de madera que reutilizan de muebles antiguos, compradas en tiendas de chatarra, mercadillos o torneros.

o: Nicolai Czumaj-Bront o Rafinesse & Tristesse o Salvar los muebles