Encuentro muy acertadas las palabras de
Jasper Morrison -uno de los grandes diseñadores contemporáneos- en la revista
Form, nº 16, donde argumenta los beneficios ambientales de la estética en el diseño. Traduzco:
Existe un coste ambiental en cualquier producto, tanto si está hecho con tapones de corcho reciclados como con fibra de vidrio. El único beneficio ecológico cuando usamos el corcho es que se trata de un material que, de otro modo, sería incinerado. Incluso entonces podríamos argumentar que podría ser mejor quemarlo y recuperar así la energía que utilizamos en su creación que gastar más energía en hacer bloques de corcho, transportarlo, darle forma y transportarlo de nuevo hasta el consumidor.
Consumir cualquier cosa tiene siempre
consecuencias ambientales. Lo mejor que un diseñador puede hacer es diseñar cosas con un periodo de vida largo: diseñar objetos considerados bellos en el presente y que sigan siendo estéticos y útiles en 40 años. De esta manera, habría menos consumo de materias primas y menos residuos. Por ejemplo, quizás se invente un material que reemplace al acero y que sea más ligero, más fácilmente procesable, más bonito y más fácil de reciclar. Pero hasta entonces, no tiene mucho sentido diseñar cubertería de cáscara de coco reprocesada, porque no es una opción seria y porque esto nos lleva a un mayor consumo. Es mejor pensar más allá e intentar diseñar cubertería que mantenga sus propiedades prácticas y estéticas en el tiempo. Existen otros temas que los diseñadores deberían considerar, como el empaquetado. Si un producto está sobreempaquetado es un gasto, pero si está infraempaquetado y se rompe es incluso peor. Los diseñadores deberían tomar conciencia de todos estos aspectos relacionados con la sostenibilidad y deberían gastar menos recursos en productos que serán fácilmente desechados.
There’s an environmental cost in making anything, whether it’s made out of recycled wine cork or fiberglass. The only ecological benefit in using the cork material is that it consists of waste material which might otherwise be burnt, but even then you could argue that it might be better to burn it and recoup the energy than use a lot more energy to form it into blocks, transport it, cut it into a shape and transport it to the consumer.
Consumer anything has environmental consequences. The best approach designers can take is to design things for long-term use. Design things which look good of course, but which will still look good and work well 40 years from now. That way there’ll be less consumption and less waste. For example, it may be that a material will be invented some time in the future which will replace the use of stainless steel for cutlery, be lighter, easier to process, more beautiful and easy to recycle. But until that point is reached there’s no point designing cutlery out of reprocessed coconut shells, because it isn’t a serious option and will only lead to more consumption. Better to think ahead and try and design cutlery which will maintain its usefulness and appeal. There are additional issues which designers should consider, like packaging. If a product is overpackaged it’s a waste, but if it’s underpackaged and gets broken that’s even worse. Designers should be involved in all these issues and should take responsibility not to waste resources on products which will be quickly discarded.
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