Abajo el ecodiseño sexi

No existe un modo exclusivo de trabajo sostenible. Éste dependerá de las condiciones locales, de los recursos disponibles y de las especificaciones de cada proyecto en particular. Afortunadamente, como argumenta Alastair Fuad-Luke, ya ha pasado aquella etapa en la que se identificaba el ecodiseño con productos que se creaban con la mejor de las intenciones siguiendo criterios ambientales poco rigurosos, interponiendo éstos por encima de cuestiones estéticas, económicas o de calidad y, por tanto, resultaban ser productos feos y caros. Estamos en un momento en el que dominan los ecoproductos icónicos, es decir, aquellos que simplemente por poseerlos ayuda a sus propietarios a posicionarse en un estilo de vida más sostenible con respecto al resto de consumidores. Son productos atractivos, deseables, donde prima la función estética por encima de los valores de sostenibilidad. Se ha pasado de A a C. Pero hay que volver a B. Lo sexi mola, pero sin justificación es contraproducente. Sobre todo, teniendo en cuenta que actualmente todo el mundo se sube al carro y que, cada vez más, cuesta separar el grano de la paja. Estamos despitando a nuestros clientes y esto implica que la sostenibilidad en los productos se está empezando a ver como algo, incluso, negativo. Cuesta vender ecodiseño. Antes por desconocimiento. Ahora por desconfianza.

Es por ello que hemos querido hacer un decálogo, totalmente subjetivo, que agrupe los puntos clave que hay que reconocer para poder discernir entre lo que es buen ecodiseño (o mejor, buen diseño) y lo que está mal diseñado. Esperamos vuestras aportaciones:

1. Diseñar hábitos. ¿Es mejor una bolsa de tela que una de plástico? Pues depende. De la situación y de las costumbres. Sustituir bolsas de plástico por bolsas de tela no sirve de nada si no cambiamos los hábitos de las personas. En realidad, da igual llevar al mercado una bolsa de algodón o una de polietileno. La clave está en el verbo, no en el adjetivo. En el acto de llevar consigo y no en el material del que está hecho el contenedor. ¿La recogida selectiva es buena iniciativa? Sí, sólo si se hace bien. El diseñador tiene un papel vital en la adquisición de nuevos hábitos por parte de los consumidores y es éste el que tiene que ampliar y fortalecer.

2. El reciclaje creativo no es la (única) solución. Es una estrategia de ecodiseño recurrente y muy válida a nivel comunicativo y de concienciación, pero no es el único medio para conseguir reducir residuos. De hecho, lo óptimo sería no producir residuos, generar sistemas de producción de ciclo cerrado y, por lo tanto, dejar de diseñar pendientes hechos con chapas, lámparas con tetrabriks o casetas con pallets. De vez en cuando, el uso inapropiado de objetos pensados sistémicamente podría llegar a provocar cierta inestabilidad en ese sistema. Apropiarse de una caja de plástico con las que reparten los yogures Danone para hacerse una cesta para la bici puede resultar una acción creativa, pero detrás queda un circuito cerrado de recogida-devolución con fisuras. A veces, el remedio es peor que la enfermedad.

3. Fomentar la biodiversidad. Generar abundancia biológica es uno de los lemas del pensamiento Cradle to Cradle. Sin embargo, fomentar la biodiversidad no reside en el diseño de gadgets zoomórficos o nidos para pájaros. Resulta sorprendente la cantidad de nidos o comederos realizados por diseñadores profesionales. Afortunadamente, las aves saben hacerse su propio nido y no acostumbran a vivir en chalets de colores estridentes, construidos con placas de matrícula o cartones de leche. La solución pasa por pensar mejor el espacio urbano para que puedan abastecerse por cuenta propia de los recursos necesarios para su supervivencia y proliferación: mejores árboles, más prados, mayor protección, mejor convivencia. Se trata de atajar el problema de raíz y no de poner parches. Porque queremos generar abundancia de aves, no de nidos.
4. El material hace al objeto. El ecodiseño no consiste en sustituir un material por otro reciclado. Un nuevo material –independientemente de si es reciclado/reciclable o no- ofrece nuevas posibilidades conceptuales y formales y, por lo tanto, no basta con un cambio de materia prima, sino que hay que valorar qué necesidades tenemos, qué nos aporta el nuevo material seleccionado y cómo configuro un resultado mejor en todos los aspectos. El material, por ser reciclado, no tiene por qué hacer al producto más sostenible. ¿Por qué cambiar, por ejemplo, una papelera por otra que aun usando un material reciclado –y debido a ello- tiene más tornillos, o necesita más mantenimiento, o pesa más que la papelera de toda la vida?

5. Dejar de triturar. Cada día aparece un nuevo material formado con residuos machacados. Parece una receta de cocina: se cogen virutas de madera, se le añaden restos de envases, se tritura todo bien, se le añade un aglutinante y ¡listos!: un nuevo material que, como mucho, servirá como pieza estructural o como aislamiento acústico. Al proceso de convertir materiales de desecho en productos de menor calidad y funcionalidad reducida se le llama infraciclar y no tiene nada de bueno. Primero, porque esos residuos/materias primas, en un ciclo productivo más eficaz, podrían reciclarse de manera que no perdiera (tanta) calidad. Y, segundo, porque según que se mezcla, al final de su vida útil eso no va a haber quién lo separe. Y no hay tanto ruido para tanta pantalla aislante.

6. Poseer o no poseer. Compartir es la cuestión. Medimos nuestra riqueza por la cantidad de cosas que tenemos, pero no por poseerlos somos más felices ni por consumir según qué productos beneficiamos el planeta. De hecho, no se salva el mundo por tener tres Toyota Prius Hybrid. Podemos vivir mejor con menos cosas, porque las funciones -tanto prácticas como simbólicas- de éstos pueden ser suplantadas por un servicio. No necesitamos una lavadora en casa; lo que queremos es nuestra ropa limpia. Necesitamos reeducarnos como consumidores y avanzar hacia un decrecimiento objetual.
 7. La imperfección de lo natural. Pensamos que los materiales naturales son más sostenibles, pero no siempre es así. En función del uso del producto, en algunos casos los materiales biológicos no garantizan la estabilidad y duración que requiere la función del producto en el que están incorporados. Certificar la procedencia es vital, porque si no se tienen garantías del origen de la madera, quizás estemos favoreciendo la tala ilegal de árboles en el Amazonas. Tampoco podemos descuidar los procesados de ese material natural, porque si a la caña de bambú la laminamos, la lijamos, la blanqueamos, la pulimos y le damos color, aparte de despojarla de todas sus cualidades, el impacto ambiental podría llegar a ser mayor al de una tarima realizada con otra materia prima.

8. Trabajar desde lo local. Se hace duro competir por precio con la producción asiática, eso es indudable. Pero si se produce de manera local, se hace para fomentar y desarrollar economías de proximidad y no con el objetivo primordial de luchar por precio, porque se trata de valorar otras cuestiones. Los proveedores locales han de alcanzar la excelencia. De nada sirve que algo esté hecho aquí, pero esté mal hecho. Lo mismo pasa si las condiciones (laborales, económicas o de salud) de los trabajadores locales son peores a las que ofrecen en otros continentes, como sucede en algunos casos donde los promotores se aprovechan de la falta de alternativas de según qué segmentos de población. Producción cercana sí, pero de calidad.

9. La energía solar, mejor con sol. Si lo único que hacemos es incorporar una placa solar en nuestro diseño, sin tener en cuenta el contexto, no hacemos nada. Una farola autosuficiente energéticamente en un lugar donde ya existe una red eléctrica consolidada puede ser redundante. Un elemento urbano con placas solares que no pueden orientarse hacia el sol o que están ubicadas en un lugar sombrío, por muy bien que salgan en las fotos con políticos, no sirven. Como no sirven unos molinos de viento en un lugar sin aire, un aeropuerto sin aviones o una vía férrea de alta velocidad que transporta quince pasajeros al día.

10. Sospecha de lo eco-friendly. Sé crítico con absolutamente todo lo que consumas, pero si lo que vas a comprar se las da de “producto verde”, más. Estamos en un momento de transición en el que nada ni nadie rige a qué se le puede llamar “eco” y a qué no. Y lo “eco” vende. Por lo tanto, son muchos los productos que se comercializan de esta manera. Se hace difícil diferenciar entre lo que realmente ha sido diseñado siguiendo un proceso riguroso de ecodiseño y a lo que simplemente se le ha dado una pátina verde. Existen etiquetas, certificados y otras garantías que, sin duda, ayudan. Pero al final, quien decide es el consumidor, que es responsable de que triunfen los mejores productos.

Pensar en todo el ciclo de vida de los productos, pensar en el contexto, pensar, pensar, pensar. Ésa la simple clave para hacer buen diseño. Pasar de cobrar por lo mucho que haces a cobrar por lo bien que piensas: tener el coraje de decir menos. Ir al grano sin perder la visión panorámica. Dejar de raspar la superficie. Preguntarse el porqué de las cosas y actuar en consecuencia.

Nuu, ¿un banco convencional?

Aparentemente, Nuu es un banco normal. De hecho, ése era uno de nuestros objetivos: diseñar un banco convencional que pudiera competir, a nivel de calidad y precio, con los bancos de la competencia. Pero tan sólo aparentemente, así, en foto de 400x600px. Si nos aproximamos un poquito más, veremos que el proceso de diseño, los materiales y la producción no tienen nada que ver con los bancos que puedas encontrar en tu ciudad.

Nuu es el resultado de la primera fase de colaboración entre Nutcreatives, estudio de diseño integrado de producto, y Grisverd una microempresa productora de mobiliario urbano de las tierras de Tarragona. Lo fundamental es que cuando nos conocimos nos caímos bien y vimos que compartíamos filosofía, por lo que nos planteamos un plan de colaboración a largo plazo, con el objetivo de crear todo un catálogo de mobiliario urbano sostenible.

Tras un estudio de mercado, vimos que había que empezar por lo más humilde, por un banco que estética y funcionalmente no se alejara demasiado de lo que ya se venía comercializando, pero que comportara un riguroso cambio en la forma de pensar el producto.

Evidentemente, nos adaptamos a la experiencia de Grisverd y a sus procesos y maquinaria de producción, basados en la manufactura de plancha de acero. A nivel ambiental, quisimos incidir desde la fase de diseño en la prevención de los impactos negativos más importantes de las etapas del ciclo de vida críticas que señalan los diagnósticos consultados, que son la etapa de selección de materiales y la etapa de uso (la que comporta mantenimiento).

Estudiamos a conciencia los materiales que podíamos usar y nos decantamos por un plástico reciclado para asiento y respaldo y acero corten para las patas. El acero corten es un material que llega un momento en el que se estabiliza su oxidación y se autoprotege. Por lo tanto, ni necesita  procesos de protección (galvanizados, cincados, etc.) ni necesita mantenimiento. La materia prima del plástico reciclado escogido procede de la península ibérica, así como su fabricación, y tiene el distintivo de garantía ambiental de la Generalitat de Catalunya. Es reciclado y reciclable, no huele, no se deforma, no se pudre y, por supuesto, tampoco necesita mantenimiento, a diferencia de, por ejemplo, la madera. Después de realizar un Análisis de Ciclo de Vida Comparativo, comprobamos que los criterios escogidos permiten al banco Nuu tener la mitad de impacto sobre el medio que sus competidores.

A partir de ahí, y siguiendo las mismas pautas de diseño, está creciendo el resto de la familia de mobiliario: papeleras, jardineras, aparcabicis o ceniceros. Creemos que éste es el camino a seguir: ir poco a poco, actuar con coherencia y revisar a conciencia cada uno de los pasos que damos.

Competir con las grandes empresas de mobiliario que fabrican en China siendo una pequeña empresa que produce en Gandesa es difícil, pero ahí está la grandeza del reto. Y, sobretodo, dando ejemplo de cómo gestionar el diseño y la sostenibilidad en sus productos, a través de nosotros, Nutcreatives, otra microempresa con ganas de agitar la manera establecida de hacer las cosas.

La aceptación de la primera pieza es, por el momento, excelente. Nuu ganó en primavera el 1r premio Ebreambient de Productos Sostenibles y ha sido seleccionado para los prestigiosos premios Delta de diseño Industrial de la que, por cierto, mañana se inaugura en el FAD su exposición.


RE: Mark Sparfel

Mark Sparfel lleva nueve años en Barcelona y ya se ha hecho un hueco en el panorama artístico nacional. Empezó a trabajar con material reciclado haciendo lámparas, esencialmente con perchas y latas de cerveza. Mark se interesa por la transformación que uno puede realizar sobre objetos que ya no sirven para su función original, tanto en el aspecto social -dándole un nuevo valor a algo que se tira a la basura-, como en el aspecto artístico -debido al gran potencial de este material para la escultura, la riqueza de las formas y de los colores y la carga emocional que se añade al usar objetos que ya tienen una historia. De esta manera, Mark Sparfel expresa, mediante estas esculturas, su fascinación por las máscaras africanas, la fauna y el arte primitivo.

Post publicado en Resseny el 18 de diciembre de 2007.

Design won't save the nature

Caminando por la ciudad de Berlín encontré este stencil impreso en el pavimento. "Design won't save the nature". A pesar de saber que se trata de un reclamo publicitario de una emergente marca de bicicletas, nunca estuve más en desacuerdo con una frase.

Las disciplinas creativas aplicadas, como son el diseño, el paisajismo, la arquitectura o el urbanismo tienen mucho que decir a la hora de prevenir impactos negativos sobre el medio y fomentar la diversidad cultural y biológica. Simplemente se trata de pensar (más) en todo cuanto rodea al artefacto (sea edificio, mueble, parque o complejo residencial). Sin duda, cualquier acción humana provoca un "efecto mariposa" sobre nuestro entorno. Nos comentaban las chicas del "Obrador Xisqueta" (una asociación que está dinamizando a nivel social y económico un territorio rural a través de la valorización de la lana de la oveja xisqueta, una raza autóctona del Pirineo en peligro de extinción) que los pastores están sacrificando las ovejas negras de sus rebaños -mantener una oveja de este color es una tradición cultural que se ha prolongado a lo largo de los siglos- porque la legislación ha declarado a la oveja xisqueta una raza de protección especial, pero sólo a aquellas que cumplen con las características definidas sobre el papel. Evidentemente, la oveja negra no las cumple. Éste es simplemente un ejemplo de cómo una acción, en principio, bienintencionada -proteger una raza en peligro de extinción- provoca una extinción cultural significativa, como es cargarse las ovejas negras de los rebaños.

Se trata de pensar un poquito más, de ir más allá, de buscar y dialogar con todos los actores implicados, de tener en cuenta todos los componentes que configuran un sistema. No se trata, tampoco, de filosofar y no tener, después, margen para pasar a la acción. Consiste en encontrar un equilibrio y mejorar poquito a poco, no de crear el diseño perfecto a la primera.

Me gustan, por ejemplo, las pequeñas acciones a nivel urbanístico que he encontrado, precisamente, en la capital germana para fomentar la biodiversidad de la ciudad. Se trata de pequeños espacios "robados" a parques, rotondas y parterres donde se deja crecer un prado de flores silvestres. Así de sencillo: prado en lugar de césped. Los prados son ecosistemas complejos y, en gran medida, autónomos, que ofrecen cobijo a flora y fauna que, de otro modo, sería complicado -pero necesario- encontrar en las ciudades. Además, son espacios que ayudan a educar a la población sobre procesos naturales y hacer entender la importancia de los ecosistemas y sus interacciones. Y bueno, mejor una parcela donde crecen flores de colores cambiantes que no un cuadrado de césped que tenemos prohibido pisar.
Acciones humildes, bien pensadas. Esa es la responsabilidad de cualquier diseñador (arquitecto, urbanista, etc.) para salvar la naturaleza.

Tick: patas de acero universales

 

 
Fin de semana pasado en Berlín. Festival internacional de diseño DMY en los hangares del antiguo aeropuerto de Tempelhof. Mucho diseñador joven y nada que envidiar a otras ferias más populares, como Milán o Estocolmo. Entre la cantidad de propuestas creativas vistas (y fotografiadas), la primera a la que quiero hacer referencia es la de Jakob Schenk, un diseñador alemán que trabaja en Finlandia. Tick es un sistema de patas universal que puede ser aplicado a una múltiple variedad de tableros, de manera que puedes crear tu propia mesa con cualquier elemento plano, indistintamente de la medida o el material. Las patas son de acero y funcionan como si fueran un clip grande. Una idea simple que te permite crear un objeto con el mínimo material y uso de recursos posible.

Papel de regalo

El papel y el cartón son materiales muy nobles con el que pueden hacerse virguerías. A nivel casero, es un recurso muy utilizado para realizar todo tipo de objetos ReadyMade. Seguro que ahora estás pensando en aquella lámpara que hizo tu cuñado o en el collage que le regalaste a tu hermana, ¿verdad? Pues bien, ¡queremos ver esos diseños! Queremos que nos enseñes tu creatividad canalizada a través del papel y cartón y que nos envíes imágenes de lo que has sido capaz de hacer o de lo que tienes en mente realizar. Y ojo, que hay regalo. La tienda online Curiosite Regalos Originales nos ofrece un par de Piperoids como los que veis arriba para aquellos que nos envíen las ideas más originales hechas con papel o cartón. Animaos y enviadnos la información por correo o, mejor, a través de Facebook.

Pastando la ciudad

Acercar el campo a la ciudad. Ése es el objetivo para dejar de vivir aislados en un urbanismo hostil y artificial. Con esa intención el departamento de gestión de parques y jardines de la ciudad de Turín ha llevado a cabo durante los últimos años un proyecto de pastoreo urbano. Federico Tombolato y su rebaño de cabras y ovejas bajan de los Alpes durante los meses más fríos para pasturar en los parques de la ciudad lombarda. Los parques (Meisino, Sangone y Maddalena) y sus aledaños están habilitados para que estas ovejas lleguen, permenezcan y vayan rotando entre ellos unos meses en los cuales el ayuntamiento calcula que se ahorra unos 30.000 euros en el corte y abonado del césped. Una acción inteligente que promueve el desarrollo local , reduce costes públicos y, lo más importante, ayuda a la concienciación ciudadana sobre la convivencia  posible entre los beneficios de la ciudad y los -de momento- no urbanos.

Foto de Daniele Hosmer Zambelli

o: Del cerdo se aprovecha todo o Comer lo que uno encuentra o Paja a la japonesa

Muelle y porcelana

Hoy algo sencillito. Tan fácil como una jarrón de porcelana que, sin un viejo muelle oxidado, no funciona, se cae y pierde todo el sentido. Lo nuevo y lo viejo, una vez más, van de la mano. Se trata de una pieza creada por Julie Šišková.

o: Filtro de aceite o Niklas o Jorre Van Ast

Reciclar es un juego

 
El juego puede ser una herramienta de diseño potentísima para cambiar malos hábitos. Ya lo vimos con The Fun Theory y ahora se repite con la Recistella, un elemento que estimula el civismo y la correcta gestión de los residuos.

La propuesta nace de Nuria Vila, una diseñadora gráfica de Granollers que en su filosofía de empresa y en todos sus proyectos incluye criterios ambientales y sociales. Su trabajo bien merece una reseña en profundidad, pero antes, la Recistella.

La Recistella es un producto que la Diputació de Barcelona pretende implantar en eventos o lugares en los cuales participan o se agrupan multitud de personas, donde se generan grandes cantidades de residuos. La mayor parte de estos residuos –envases, en su mayoría- van a parar al suelo, pero la Recistella quiere revertir esta situación, haciendo que tirar la basura a la papelera sea ameno.

Está fabricada en su mayor parte de Syntrewood, un plástico reciclado procedente de lo que sobra de los contenedores amarillos. Su diseño es simple. Su uso bastante intuitivo. No queda más que jugar y tirar la basura.

o: The Fun Theory o Passa'l o Cambia el juego, cambia el mundo