Plumero, paño de cocina o trapo de algodón. Da lo mismo. Quitar el polvo es algo desagradable y una de las grandes pesadillas de cualquier soltero. Desespera estar limpiando el polvo y verlo flotar, danzar en el ambiente cuando un rayo de sol entra por la ventana. Pero para el diseñador Yasuhito Hirose el limpiar se va a acabar. Con su lámpara Dust Shade se da por vencido y deja de luchar contra esas dichosas motas para aliarse con ellas. La mampara metálica está cargada con electricidad estática y capta las partículas de polvo que pululan en el aire. De esta manera, en un tiempo que variará en función de tus hábitos de limpieza, la lámpara irá creciendo. Puede recordarte a aquellas botellas centenarias que acumulan mezcla de grasa, polvo e historia en los antros nocturnos del casco viejo de cualquier ciudad. Puede. Aunque el bueno de Yasuhito justifica su pieza como un experimento para jugar con materia que normalmente intentamos esconder. En este caso, el polvo siempre quiere ser visto, se las da de interesante. Entonces, ¿por qué no darle un escenario en el que se sienta realizado y, de pasada, nos aporte calidez lumínica? Más allá de lo festivo del asunto, la tentativa de crear objetos vivos, cambiantes, que compartan tu historia, a partir de estructuras lo más sencillas posibles me parece un ejemplo a seguir. Eso sí, este objeto no es apto para alérgicos.
El polvo se ve. Lámpara no apta para alérgicos
Publicado el
25.8.11
por
Jon Marín
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objetos y mobiliario
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